Sería o no sería, esa es la cuestión. O quizá no. No es que el hecho sea precisamente relevante, pero de que es curioso, lo es. Como mínimo un dato biográfico interesante. Un estudio publicado por la South African Journal of Science reveló que se encontraron rastros de marihuana en unas pipas que estaban enterradas en el jardín del ilustre William Shakespeare.
¿Fue esta hierba la responsable por la genialidad de sus obras? ¿O tan solo un intento por desmitificar a la droga mostrando que incluso una de las mentes más geniales de la historia disfrutaba de la hierba prohibida? Y es que la noticia no es nada nuevo, un artículo de 2001 de la BBC puntualizaba este hecho, pero en los últimos días volvió a resurgir debido a que se descubrieron nuevas evidencias.
Los responsables de este nuevo estudio aseguran que es muy prematuro afirmar que el escritor haya sido un usuario de la sustancia. A través de una técnica llamada Cromatografía de Gases/Espectrometría de Masas, los investigadores identificaron la presencia de cannabis en ocho de los veinticuatro fragmentos de pipas recolectados en la ciudad de Stratford-upon-Avon, donde vivió Shakespeare hace más de cuatro siglos. Cuatro de esos fragmentos de marihuana se recogieron en el propio jardín del dramaturgo.
Y eso no es todo, el estudio también identificó la presencia de una sustancia que coincide con la hoja de coca peruana en dos fragmentos – pero, ninguno de estos vino del jardín de Shakespeare. Lo que demuestra que sus vecinos eran medio drogadictos. Se dice que en el siglo XVII las personas experimentaban con todo tipo de hierbas metiéndolas a las pipas y prendiéndoles fuego, y que Sir Francis Drake fue responsable por llevar las hojas de coca desde Perú.
Lo que también resulta interesante es que algunos estudiosos de la obra de Shakespeare, aseguran que el autor habría dado a entender que era consumidor de ambas sustancias en algunos sonetos. Como ejemplo ponen al “Soneto 76”, donde describe la invención de una “hierva mala”. Para algunos investigadores de su literatura, esto podría tratarse de una clara referencia a la marihuana. En otros pasajes del soneto, Shakespeare hace referencia a “compuestos extraños”, que serían los de la coca.
“El análisis literario y la ciencia química pueden resultar mutuamente beneficiosas, llevando a las artes y las ciencias por un mismo camino para entender a Shakespeare y sus contemporáneos”, declara Francis Thackeray, un antropólogo de la Universidad de Witwatersrand, en Johannesburgo, Sudáfrica.
Por supuesto que no pasó mucho tiempo para que se empezara a insinuar que el talento y la creatividad de Shakespeare eran consecuencias de estados alterados de la conciencia a través del uso de estas drogas. Pero la mejor respuesta posible vino del profesor Stanley Wells, del Shakespeare Birthplace Trust, la fundación que se encarga de administrar la casa donde nació el dramaturgo:
“Tenemos aproximadamente 8 millones de usuarios de marihuana en Gran Bretaña. Me pregunto si alguno de ellos se encuentra produciendo algo equiparable a los sonetos de Shakespeare. Lo dudo mucho”.
¿Qué crees? ¿Acaso el más grande escritor de todos los tiempos era consumidor de estas sustancias tan mal afamadas?
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